3, 2, 1... Acción!
En el post de mis cosas favoritas del 2020 mencioné algunos de los objetivos que me puse a nivel personal para este año: escribir más, revivir mi canal de YouTube, y otras misiones de buena crianza… pero lo que realmente está detrás de eso es un cambio de foco 💡.
Durante la pandemia sufrí una transformación: pasé de trabajar en dentsu Chile -una de las agencias de medios más grandes del mundo- con un ritmo frenético y una cultura centrada en el cliente pero con poco foco en el empleado, a trabajar en Beetrack -un B2B SaaS de la industria logística en plena expansión y crecimiento- donde literalmente el motto es “ser el mejor lugar para trabajar”. Así atraes al mejor talento, creas productos increíbles y haces felices a todas las partes. Corta.
En paralelo, y con el retraso que me caracteriza, tomé un libro que me había recomendado hace un año atrás el gran Juanjo Lizama (un crack del marketing y del buen leer) “It doesn’t have to be crazy at work” escrito por Jason Fried co-fundador de Basecamp. El libro descansó literalmente un año en mi repisa, pero bajo una extraña alineación planetaria terminó en mis manos justo antes de que la oportunidad de trabajar en Beetrack siquiera existiera. Me lo devoré.
It doesn’t have to be crazy at work habla acerca de… bueno, de lo que el título y carátula mencionan: el trabajo no tiene por qué ser un lugar de locos. A través de sus páginas el libro explica varios consejos para ser más productivo sin estresarse, plantea diferentes acciones concretas que realizan en Basecamp para tener un trabajo menos estresante pero con mucho más output: priorizando, diciendo que no, evitando reuniones que pueden ser un mail.
Algo hizo clic en mí.
Ya llevaba varios años a full: en Klu (donde cumplí el sueño de trabajar en el juego Mitos y Leyendas) trabajé por un gran periodo de tiempo literalmente 6 días a la semana por más de 10 o 12 horas diarias. Y de ahí salté a la agencia que en cosa de 3 meses me tenía trabajando a full sin parar. ¡Y en paralelo a eso las clases! Ufff… un ritmo frenético que hartos costos tuvo en mi vida pero que me ayudó a descubrir que había otra manera. Sé que soy trabajólico de base, pero ¡había que parar!
En ese momento me contactaron desde Beetrack para una entrevista, me habían pillado por LinkedIn y les tincó mi perfil, una cosa llevó a la otra, y me fui dando cuenta que la filosofía que planteaban se parecía mucho a lo que quería encontrar en un nuevo lugar.
Me entusiasmé. Dije que sí. Era el momento de pasar a la acción.
Pero una forma de “acción” distinta: una meditada, una planificada, con sentido. Mis objetivos para este año, si bien están escritos con el mismo wishful thinking que muchas otras veces que me propuse metas de fin de año (que demás está decir, nunca se cumplieron), tienen por detrás otro foco y otro ritmo. Y estoy seguro que esta vez si los voy a lograr 💪🏽.